Seguramente si lees esto y me conociste un poquito, hay algo tuyo que estoy extrañando cada vez que algo me haga recordarte. No hay forma de que una parte de tu naturaleza no resuene en mí con una porción de nostalgia. Hay algo en las infinitas miradas que me hace añorar la ternura de las particularidades. Las sonrisas las tengo fotografiadas en mi mente y los gestos son tan vivos y marcados que a veces duelen. Tengo impresa en mí cada marca, gestos fragmentados y dispersos. Tengo una multitud de esbozos de sonrisas con dedicatoria. Me gustaría saber como es que la naturaleza es tan inmensa y tiene tanta fortaleza. Somos especiales únicamente por eso, por la autenticidad de nuestra gracia y su reflejo. Por la capacidad de ser expresivos y con ello inimitables, por la viveza de nuestros sentimientos y el amor inevitablemente siempre protagonista de nuestro accionar. Somos artesanías, nutridas de impresiones y con mil expresiones, tan frescas como avasallantes. Somos el recuerdo de algunos, el olvido de pocos y la insistencia por pertenecer al presente de muchos. Si hace falta recordar algo, ahí va a estar, en la memoria emocional, en la mayor afectación que tenemos, en la sensitividad de un momento. Espero que mi risa y mi percepción se hayan impregnado de sensorialidad de la misma manera que lo hizo en mí las tuyas. Hay una extraordinariedad del fenómeno (la vida), que vuelve al receptor sensitivo y vulnerable. Gracias al despliegue de personalidades sentimos, con menor prejuicio y mayor apertura. Y si coincidimos, mejor que lo aprovechemos, porque nadie se va a aparecer de nuevo con el mismo recibimiento.
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